La meta del cristiano es alcanzar la vida eterna.
Así como el corredor de maratón necesita prepararse, también los corredores de la vida cristiana necesitamos entrenar adecuadamente.
Tenemos que priorizar nuestra carrera espiritual; si queremos alcanzar la meta debemos ser disciplinados.
Jesucristo es nuestro Entrenador, Él sabe muy bien lo que conviene en nuestra preparación y en nuestra carrera cristiana.
Hna. Érika García
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